Con tal de que Mateo se distraiga y para que tenga algo para todos los públicos que contar cuando le pregunten por el lugar donde ha pasado sus vacaciones, Alberto muestra el pueblo al chico porque hasta entonces lo poco que han salido ha sido a la playa que está en frente de la casa. Igualmente Mateo no se fija en nada de lo que ve y es que Alberto le gusta demasiado como para distraerse y contemplar otra cosa. La belleza de Alberto lo tiene extasiado. No puede dejar de admirarlo. Le gusta mucho pasear con él bien enganchado de su cuerpo. Mateo se siente orgulloso de ser el "propietario" de ese chico tan guapo y sexy y lo besa con pasión para marcar su territorio. Mateo compra algunas cosas típicas que llevar a casa. Por la noche, para agradecerle todas las atenciones que ha tenido con él, Alberto lo invita a cenar fuera. Cenan como una pareja de enamorados. Mateo se siente muy a gusto con él. Alberto no deja de mirarlo con dulzura. Seguido le toma de la mano y le acaricia la mejilla con mirada de enamorado. Cuando acaban salen a pasear. Entran en un bar de copas donde hay música en vivo. La mayoría de las canciones son lentas y bailan bien pegados. Alberto se restriega en Mateo para hacerle sentir todo su cuerpo. Se devoran con los ojos. Mateo magrea ese cuerpo que tanto le gusta sin problemas, Alberto hace lo mismo. Centra sus manos en el culo de Mateo y a pesar que Mateo protesta Mateo hace lo mismo con el de él y además le da un buen pellizco. Una vez se han cansado de bailar se acercan al mar y se tumban en la orilla para acariciarse y devorarse a gusto. El ambiente no tarde en encenderse y a toda prisa y siempre tomados de la mano llegan a la casa. No se dicen nada pero nada más abrir la puerta Alberto lo besa salvajemente y lo hace suyo de pie y sin sacarse la ropa los dos devorados por un fuego que ya no podían controlar. Mateo contra la pared con los pantalones y los calzoncillos bajados. Alberto sólo se desabrocha los pantalones. Se la saca. Se protegen con un condón y se la clava. Después se van a dormir satisfechos pero tristes y preocupados porque al día siguiente tienen que volver. Alberto no quiere pensar que le quedan muy pocas horas al lado del chico y Mateo teme el momento que se encuentre cara a cara con Fernando después de su loco romance con Alberto. A los dos les da mucha pereza volver a la cotidianidad después de unos días inmersos en un mar de pasiones.
Mateo se despierta en brazos de Alberto: es su último amanecer juntos. Mateo se levanta en silencio. Se viste y se va de la casa. Le quiere dar una sorpresa a su guapo amante para demostrarle lo importante que es para Mateo pese a no amarlo. Decide que le cocinará algo que Mateo detesta pero que a él le encanta y que encontraba a faltar mucho: riñones. Recuerda que el primer día abrió la nevera le dio pena ver que no había y Mateo le dejó bien claro que jamás cocinaría esa marranada. En otro momento vomitaría sólo de pensarlo pero gracias a él ha vuelto a sonreír, ha vuelto a vivir y se lo quiere pagar con ese sacrificio. En Google encuentra una receta a seguir. Sabía de una pequeña carnicería que estaría abierta por la mañana y después pasa por la pastelería a comprar un pastel para celebrar los días que han disfrutado. Cuando regresa a la casa Alberto aún duerme. Mateo mete la compra en la nevera y empieza a prepararle el desayuno que le lleva a la cama. Alberto le hace el amor para agradecérselo. Mateo le dice que quiere hacer una buena limpieza en la casa y le pide que no salga del cuarto para así no estropear la sorpresa. La cara de satisfacción de él al ver el guiso compensa el asco que ha pasado Mateo. Y para redondear la sorpresa la saca el pastel.
Alberto no dice nada y es que está muy ilusionado. Mateo sonríe satisfecho por haberlo hecho contento, le acaricia la mano y le dice:
--te he querido compensar porque te debo mucho, gracias a ti he recobrado la alegría y tengo nuevamente ganas de vivir.
Alberto se emociona mucho. Le sonríe y con mucha ternura le dice:
--me pone muy contento estar haciéndote feliz aunque sea un poquito chiquitín.
Se abrazan tiernamente y se besan con pasión. La mirada tierna de Alberto deja paso a una mirada salvaje llena de fuego.
Al cabo de un rato la pareja descansa en la cama después de vivir su último momento de placer en ese pueblo.
--ya nos tenemos que preparar para irnos --Alberto.
Alberto se prepara para levantarse pero antes lo mira temeroso y le pregunta:
--¿esto es el fin? Todo acaba aquí ¿no?
--¿quieres que te sea sincero? -Mateo.
--por favor --dice Alberto nervioso.
--la verdad es que a quien amo es a tu hermano --Alberto escucha con dolor aunque lo disimula- sigo muy enamorado de Fernando y será terrible tener que verlo y no amarlo y no puedo solo. Necesito de ti para soportar esto. Tú me das fuerzas para vivir y si aceptas llevar una relación en secreto absoluto y sin compromiso alguno me gustaría seguir contigo.
--lo que tú digas, será lo que tú digas --dice Alberto contento.
Se abrazan y se besan.
El primer día de clase es especialmente duro para Mateo que está en su pupitre esperando nervioso la llegada de Fernando con el rostro lleno de culpa. Fernando ni lo mira y su indiferencia le hace daño aunque sabe que es lo que se merece por revolcarse con su gemelo a pesar de amarlo a él.
"Fernando tiene la culpa de todo -escribe en su diario al medio día- él me abandonó sin razón. Me destruyó la vida y Alberto me ha salvado. Necesito la ardiente pasión de Alberto para seguir viviendo sin Fernando. No pienso renunciar al poquito de felicidad que me da Alberto"
Después de sus clases de la tarde, Mateo sube la carretera arriba y se dirige a las afueras de la ciudad. Hacia la montaña. Al principio de la carretera, ya en un lugar discreto, lo espera Alberto ansioso. Caminan unos minutos para esconderse en ese desértico lugar. Alberto le explica que conoce un lugar perfecto para hacer el amor.
--nos podemos ver cuando quieras.--Alberto.
--te quiero ver cada día, te espero en el mismo sitio --dice Mateo.
Reviven la pasión de los últimos y luego cada uno va por su lado. Mateo regresa a su casa satisfecho y por primera vez desde que Fernando lo dejó estudia. Estudia duro hasta la hora de cenar y luego de madrugada para ponerse al día. Tiene muchos ánimos y es que poseer y ser poseído por un cuerpo como el de Alberto lo llena de vitalidad. Ya no tiene necesidad de masturbarse. Sexualmente es un hombre pleno y satisfecho. Le parece increíble que con todo lo que se ha llegado a masturbar pensando en Alberto ahora esté disfrutando de ese chico a diario
Al día siguiente los amantes tienen su primera discusión y es que Mateo lo ha visto con un chico en actitud cariñosa. No puede decir nada y eso es lo que más rabia le da. Lo fulmina con la mirada. Después, Alberto lo provoca, se encuentra solas al final de las escaleras. Mateo quiere pasar de largo. Alberto le habla, le dice que no era lo que parecía, que sólo hablaban, que no hay nada entre ellos. Mateo está furioso y no lo quiere escuchar. Va a pasar de largo.
--¡déjate ya de tonterías --dice Alberto mientras lo agarra del brazo y lo mete a la fuerza en el lavabo que está al lado y por suerte estaba vacío.
Alberto lo mira con ternura. Mateo lo abofetea y con rabia le dice:
--¡déjame en paz, vete con tu amiguito¡
Alberto sonríe y dulcemente le susurra:
--me encanta que estés celosito, nunca pensé verte así. Eso quiere decir que te importo.
Esto enfurece aún más a Mateo y lo vuelve a abofetear. Mientras Alberto intenta acariciarlo Mateo le da un brusco golpe en la mano y le dice con rabia:
--¡déjame en paz, no quiero saber más de ti¡
Alberto tiene un nudo en la garganta y tiene que hacer un esfuerzo para no ponerse a llorar. Con un hilo de voz le pregunta:
--¿qué más quieres de mi? ¡Te lo doy todo, sólo hablaba con ese chico, te soy fiel a ti, no me importa otro, no me puedes exigir más¡
Las desesperadas palabras de Alberto llegan al alma de Mateo que le pide perdón:
--soy un egoísta, no te puede pedir nada cuando yo pienso en otro. No es justo obligarte a aceptar esto. Lo mejor es que no nos veamos más.
--¡no me dejes, no te quiero perder¡ --le suplica Alberto mientras lo estrecha contra su pecho.
La pasional seducción de Alberto lo vence. Se besan de una manera salvaje. Cuando se separan Alberto le guiña el ojo y le dice:
--me encanta que te pongas celoso.
Mateo se hace el duro y dice:
--no estaba celoso.
Entonces Alberto no deja de hacerle cosquillas hasta que Mateo reconoce que sí sintió un poco, recalca no muy sinceramente lo de poco, de celos.
--sólo te quiero para mi --dice Mateo apasionado.
Muy pícaro Alberto le dice:
--soy todo tuyo, mi cuerpo es para ti. Puedes hacerme lo que te dé la gana, aunque tendrás que esperar a la tarde.
Se besan y se van contentos. La pasión de Alberto y su dulce y pícara sonrisa acompañan a Mateo el resto de la mañana. Es consciente que no es correcto tener al chico atado a una relación sin futuro pero Mateo lo necesita y si él no lo quiere dejar pues Mateo lo aprovechará.
Por la tarde en su rincón secreto, Alberto y Mateo sacan el máximo fruto posible a sus cuerpos. Después del susto de la mañana, Alberto está feliz al darse cuenta del gran poder que ejerce en el en chico. La vida al lado del guapo Alberto es mucho más fácil y Mateo prefiere vivir con la pasión que le ofrece él que con la amargura de su soledad.
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