martes, 27 de octubre de 2020

Capítulo 17 y ultimo

 






Al día siguiente, Alberto visita a Mateo. El chico sale de su habitación al saber que tiene visita. Alberto le sonríe y Mateo se alegra de verlo y lo abraza llorando. Alberto lo acaricia con ternura e intenta consolarlo. Se hace el fuerte pero se nota que está mal, sus ojos están rojos de tanto que ha llorado.
-lo siento, perdona el lío en el que te he metido --dice Alberto con un hilo de voz.

Las lágrimas se le escapan a Alberto  mientras sigue hablando:

--no te quería causar todo este daño, he sido un inconsciente pero espero que no me tengas rencor, no soportaría que me recordaras con odio.

El dolor de él conmueve a Mateo. Se siente culpable por haber jugado con los sentimientos de los gemelos.

--eres tú el que me tienes que perdonar a mi --le dice Mateo-- yo a ti te he hecho mucho daño. Tú a mi me has dado la vida. Yo en cambio te la he destruido.

Alberto sonríe con melancolía y dice:

--por mi no te preocupes, voy a estar bien. Todo se va a arreglar.

--si pero tu hermano, seguro que tus padres también se han enfadado contigo

--al principio sí pero ahora quieren interceder para que mi hermano y yo nos reconciliemos y yo estoy seguro que lo vamos a lograr, con el tiempo Fernando olvidará nuestra traición pero tú y yo tenemos que hacer como si no nos conociéramos. Ni me saludes si me ves. Espero que me comprendas y me perdones por no poderte ayudar. 

Se abrazan entre lágrimas. 

Muy triste, después de su abrazo, Alberto dice a Mateo.

--tenemos que pagar por nuestros pecados. Yo por enamorarme del novio de mi hermano y tú por sentir una pasión arrebatadora por mí. Los dos somos culpables por no callar nuestros sentimientos. Juntos formábamos un remolino de pasiones que ha acabado arrastrando todo.

El chico se despide de Mateo con un dulce beso en la mejilla. 


Mateo pasa el fin de semana tumbado en la cama mirando fotos. Mira especialmente la foto del cumpleaños de los gemelos en la que está Mateo con los dos. Piensa en los momentos que ha compartido con cada uno. Habla a la foto:

--a los dos os quería aunque de manera diferente y me será muy difícil olvidarlos. Me habéis dejado marcado para siempre.


Tragándose sus lágrimas Mateo  se enfrenta a un nuevo día de clase. Va solo, se siente mal al tener que entrar solo. Todos son risas y comentarios. Y de nuevo sus videos circulando por el centro. El de ayer y los otros. Al entrar en la clase se queda helado al ver a Fernando revolcándose  sobre una mesa con Víctor como una pareja de enamorados. Cuando lo ven entrar, Fernando, abrazado a Víctor, se acerca a un incrédulo Mateo y le dice hiriente:

--gracias a ti he encontrado el verdadero amor. Tú sólo fuiste un juguete. Víctor es mi novio, el amor de mi vida. Él si es alguien que puedo respetar. No es como tú que te acuestas con todos. Ya me lo advirtió uno de tus amantes y no le hice caso pero bueno ya me divertí contigo, ahora ya no me interesas.

Víctor sonríe feliz. Mateo siente que lo han matado. Fernando añade:

--te pediría el favor que renunciaras a ir a Paris, los dos no podemos ir y bueno si vas tú yo no voy y pierdo mi dinero. En cambio Víctor con gusto ocupa tu plaza, es lo mejor para todos.

Mateo no soporta sentir que Víctor ha vencido pero se da cuenta que así ha sido.

--sí claro, yo no voy a ir a Paris, que vaya él --dice tragándose sus lágrimas.

Víctor y Fernando no dejan de besarse. A parte del gran dolor que siente Mateo, Mateo tiene que soportar que todo el mundo lo mire, lo señale, murmure, se ría. Y es que ha provocado todo un escándalo. Hasta la profesora de literatura mira al joven con reproche. Los novios nuevos se sientan juntos. Mateo no puede más y recoge sus cosas. Decide que no volverá a clase. Antes de salir se topa con Alberto éste no le dice nada pero no puede disimular la tristeza que siente por tener que ignorarlo



Fernando es puro odio y rabia. La descarga en Víctor. Los dos desnudos en la cama. Fernando es muy violento. Se desahoga. Víctor siente mucho dolor pero disfruta siendo de ese chico tan guapo. Era su sueño. Es la primera vez para ambos y mientras Victor está feliz de que lo haya desvirgado Fernando, éste se siente vacío. Su primera vez ha sido por odio y no por amor. Ha estado violenta y no tierna. No ha sido como esperaba. No dice nada. Víctor quiere hablar. Fernando se levanta desnudo. Se encierra en el baño y cae en el piso llorando amargamente.


"todo se acabó, buscaré trabajo y no volveré al instituto. Necesito que mis heridas se cicatricen para tomar fuerzas y volver a vivir --escribe Mateo en su diario- siento que me han matado pero Fernando ha muerto conmigo. No quiero volver a oír ni su nombre. Todas sus fotos, sus regalos, su recuerdo han acabado en el contenedor de la basura. He borrado todas las del celular. Él ya es pasado y no lo quiero volver a ver. Tengo que mirar hacia delante. El odio me da fuerzas para no derrumbarme pero no quiero volver a estudiar, no ahora al menos. Ahora lamento que todo haya empezado. Nunca debí fiarme de Fernando. Ahora me doy cuenta que Alberto es el mejor de los dos. Fernando no merece la pena, me alegro de haberlo sabido a tiempo. Lástima que no me quedé con Alberto."



Días después, un mensajero  trae para Mateo un paquete muy especial con una tarjeta de Alberto:

"espero que mi regalo te anime y te haga olvidar aunque sea un poco todo el dolor que yo he traído a tu vida. Perdóname."

El regalo en cuestión es un periquito de color azul que en seguida hace las delicias del joven.

--Adonis, te vas a llamar Adonis --dice recordando los momentos que pasó con el que fue su amante secreto en ese pueblo.

Gracias al animalito el joven vuelve a sonreír. A quien recuerda y con nostalgia es a Alberto. Aunque el odio es el sentimiento que ocupa el corazón de Mateo y está borrando cualquier otro sentimiento.


15 años después…




Mateo va en autobús. Es un hombre gris. Está parado en el semáforo. De pronto su corazón late con fuerza. Uno de los gemelos está pasando por su lado en la calle. Al otro gemelo lo vio alguna vez hace años. A este no había vuelto a verlo. Mateo siente rabia de estar en el autobús. Le apetece hablar con él. A pesar de los años, de su transformación física,  de su look de náufrago, de que lleva gafas, de que lo ha visto unos segundos. Mateo no confunde esa mirada. Sabe que es él. Con los años los recuerdo de uno se han borrado pero los de éste se le han quedado grabado a fuego en su piel.
Y se lo queda mirando con el corazón que se le va a salir por la boca.

--¿qué haces?¿que estás haciendo? --se recrimina.

Pide parada ansioso. La espera se le hace eterna. Tiene miedo que se le escape. Lo ve a lo lejos y no lo duda. Tiene muchas ganas de verlo. De hablarle. Está muy ansioso.

--¡ALBERTO¡

El hombre se queda paralizado. Esa voz del pasado le estremece. Tiene miedo de girarse y darse cuenta que ha sido su imaginación. Y Mateo correo hacia él.

--¡hola, hola¡ Alberto¡

Alberto se gira y están cara a cara después de tantos años. 

--¿no me oías, Alberto?

Hay emoción en el rostro de los dos. A Alberto le emociona que no haya dudado  que lo haya reconocido y que haya reconocido que era él y no su gemelo. 

-¿cómo has estado, Mateo?

Por un momento Mateo temía que no se acordara de él. Los dos están felices de verse. Se funden en un cálido abrazo. Se estremecen como si no hubiera pasado el tiempo. Mateo habla exaltado. Alberto es más comedido pero se alegra mucho de ese encuentro.

--¿te hace una cerveza? Te invito. --Mateo.

--venga.

Se van muy contentos. Mateo lo abraza por los hombros. Alberto responde de la misma manera. Hablan con una cerveza. De todo y nada.

--¿acabaste los estudios? --Alberto.

--no. No volví a estudiar. ¿Y tú?

--sí. Me licencié 

Sienten que el tiempo ha regresado atrás. Y hablan felices.

--¿sabes que tengo cuatro sobrinos? ---Alberto.

--¿¡cuatro?¿¡tu hermano adoptó a cuatro?

--no. Los tuvieron él y su esposo por gestación subrogada. Son dos de cada uno pero bueno los cuatro son mis sobrinos. Todos hombrecitos. Son muy felices.

Y Alberto ha querido dejar claro que Fernando no sería ya un obstáculo para ellos y quería ver la reacción de Mateo al hablar de Fernando. Y Mateo sólo tiene ojos para Alberto.

--¿y tú? Supongo que tienes a alguien--Alberto.

--no.

Y Alberto sonríe. Es la respuesta que esperaba.

--nunca pude tener una relación con nadie. No me faltó sexo pero nunca tuve amor. Y no volví a hacer videos --Mateo.

El pasado ha quedado atrás y ambos pueden reírse del pasado. Esa sonrisa de Alberto derrite a Mateo.

--¿y tú? ¿ tienes pareja o sigues siendo un rompecorazones? --Mateo.

--yo igual. Es que quedé atrapado por alguien de mi pasado.

Y Mateo sonríe. Es la respuesta que deseaba. Se miran con intensidad.

--yo también quedé atrapado por alguien de mi pasado.

Los dos se miran seductores.

--¿se puede saber quien? ---Alberto.

Mateo le acaricia la mano. Se miran con intensidad.

--tú.

Se levantan mientras se parten la boca con flor de beso y se devoran con las manos. Son muy ardientes. Se han echado demasiado de menos. Ya nada los detiene. Alberto se lo lleva a su departamento donde dan rienda suelta a su pasión. Ya no son esos jóvenes  que se divirtieron. Ahora son dos hombres de más de 30 años con mucha experiencia y se tienen muchas ganas. Disfrutan besándose, acariciándose mientras se desnudan con desesperación.   Disfrutan viendo el cuerpo desnudo del otro  y ver los cambios que el paso del tiempo ha hecho en sus cuerpos. Se gustan. Se desean ardientemente. Se funden en un sólo cuerpo. Hacen desesperadamente el amor. Son felices. Ya nada los separa. Tienen toda una vida para descubrir si lo que los une es sólo deseo o algo más.


Fin

















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