lunes, 26 de octubre de 2020

Capítulo 6

 





Mateo se para cuando se moja los pies. Alberto no. Mateo lo mira incrédulo mientras Alberto  se tira de cabeza al agua y se asoma a la superficie totalmente mojado:

--ven, que el agua está muy buena --le va diciendo.

--¡estás loco¡ --Mateo divertido.

Alberto está contento porque ha logrado hacer que el joven olvide su tristeza.

--ven, no te cortes,... es muy relajante y purificante. Ya verás  como después te sientes mejor. Es lo que necesitas para deshacerte de tu tristeza.

Mateo se siente hechizado por él, es como si su mirada lo hubiera embrujado y lo acompaña. Se sonríen, se toman de las manos y se mojan de cabeza a los pies. Bucean tomados de la mano. Luego salen juntos hacia la superficie y se miran intensamente. Mateo lo mira hipnotizado, como si estuviera bajo un hechizo y allí, en medio del mar, bajo la influencia de la luna y las estrellas se besan. Es un beso explosivo. Los dos sienten escalofríos por todo el cuerpo, están embriagados de placer. Salen del agua totalmente mojados y helados.  Se quedan el uno delante del otro observándose con deseo. La pasión se ha encendido en ambos. Mateo ya no siente nada que no sea deseo de hacer el amor con él. Se arrodilla ante él. Clava sus manos en ese culo que tanto desea mientras hunde su cabeza en la parte central de él que crece vertiginosamente. Le va a bajar la cremallera para descubrir esa arma tan deseada pero él no se lo permite. Le agarra la cabeza coqueto para impedirlo. Mientras Mateo disfruta palpando ese culo. Encuentra algo en los bolsillos. Un preservativo. Se lo saca y se lo muestra mientras se sonríen pícaros. Se comienzan a desnudar mientras el uno se excita con la desnudez oscura del otro. Se devoran con los ojos. Mateo se tumba sobre la arena, en seguida el cuerpo desnudo de Alberto lo hace su prisionero. No se ven pero se sienten y eso los excita mucho. Hace frío pero el ardor del uno es lo que calienta al otro. El deseo, el aliento del uno sobre el otro. Se funden la boca de Mateo con la de Alberto. Son un solo cuerpo durante bastante rato. Mateo siente como lentamente la lengua y las manos del chico recorren todos los rincones de su cuerpo. Se para más rato en las zonas más íntimas que hasta ahora le eran del todo prohibidas. Se desprende de Mateo lo justo para abrir el preservativo y abrigar su enorme aparato mientras Mateo pega su cara en la arena ofreciendo su culo con ansias. Alberto se clava en Mateo con fuerza y profundidad mientras ambos se retuercen de placer. Es un gozo indescriptible. Sudan y jadean mientras Alberto se mueve salvajemente en Mateo. Sus gemidos se funden en un solo gemido, un solo cuerpo. Mateo explota, clava sus dedos en la arena con tanta fuerza que parece que vaya a atravesar la tierra. A veces cree que se va a romper de tanto gozo, que tanto placer lo acabará lastimando. Y después de un buen rato explota Alberto que cae al lado de Mateo aullando de placer. Ambos se miran contentos y agotados




Ya ha pasado la media noche y se ha roto el embrujo. Por primera vez Mateo es consciente que acaba de cometer un error que le costará muy caro. Su cuerpo desnudo, antes lleno de placer, ahora se llena de vergüenza ante el cuerpo desnudo del gemelo de su exnovio. La mirada de Mateo rehuye la de él. Alberto sigue tumbado desnudo sin atreverse a hablar. Es consciente de lo complicado de la situación. Mateo toma su mojada ropa y se viste en silencio. Luego se va dejando a Alberto solo, desnudo. Desconcertado.


Cuando Mateo llega a casa de Raquel, ésta lo recibe preocupada.

--¿dónde estabas?

 Mateo la abraza llorando. Se desahoga en brazos de su amiga. Luego se mete en la cama para tratar de dormir pero no puede. Toma una hoja en blanco para aclarar sus ideas. Improvisa un diario:

"soy consciente que este loco momento de placer que acabo de vivir con Alberto me va a costar muy caro, que voy a tener que derramar muchas lágrimas por cada segundo de placer que he tenido con el cuerpo de Alberto. Hasta ahora tenía esperanzas de recuperar el amor de Fernando a quien amo con toda el alma pero ahora, después de lo que ha pasado con su gemelo, no hay reconciliación posible."


Por un lado todo su cuerpo vibra aún de placer por el gozo que le ha dado Alberto y por otro lado llora la pérdida definitiva de su gran amor.


Mateo se despierta con resaca. Es como si se hubiera emborrachado pero su bebida no fue el alcohol sino el placer.

--fue una válvula de escape --intenta hacerse creer para justificarse-fue un acto de amor hacia Fernando, busqué en su gemelo una manera de hacer lo que me gustaría hacer con Fernando.

Pero Mateo sabe perfectamente que eso es una gran mentira. Se acostó con Alberto porque le atrae y mucho. Le atrae desde siempre aunque lo ha intentando esconder bajo una careta de repulsión. Le gusta Alberto tanto como ama a Fernando pero no lo quería reconocer para no sentirse tan confundido como está ahora. Y es que a pesar que los guapos chicos son gemelos Alberto tiene algo que lo hace más seductor que Fernando. Ahora entiende porque nunca pudo hacer el amor con su novio. A uno lo ama con todo su corazón y al otro lo desea con todo su cuerpo. La intensidad y la fuerza de ambos sentimientos es la misma










Lleno de miedo y de vergüenza, al lunes siguiente Mateo vuelve a clase. Ve de lejos al que ha sido su amante por un ratito. Le excita mucho verlo, tiembla de deseo pero retrocede para no encontrárselo y él se da cuenta y no hace nada aunque se queda triste. Mateo se quiere alejar de él, de lo que le hace sentir para así poder olvidarlo. Ahora es Mateo el que no quiere ver a Fernando y es que no puede. Se siente sucio. Se da cuenta que él tenía razón al tacharlo de puta.

--si supiera lo que he hecho -piensa lleno de horror al sentirlo cerca- él que tantas ganas de hacer el amor conmigo tenía y yo que siempre me lo negué.... si se entera que me acosté con su gemelo... si se entera.... 


Al día siguiente, un atormentado Mateo se enfrenta a un nuevo día de rutina y clases. Mientras baja las escaleras, al girar para ir al siguiente tramo el joven se topa con Alberto. Quedan los dos solos ocultos de miradas indiscretas. Mateo se asusta y rápidamente quiere huir pero no puede porque Alberto es más veloz y lo  agarra del brazo con fuerza. Su perfume, la proximidad de su cuerpo, su aliento, su piel en contacto con la de Mateo, Mateo tiembla de deseo. Desea ferozmente unirse de nuevo a ese cuerpo que tanto placer le ha dado y que ya extraña. Quiere unirse a él y no separarse hasta que les duela de tanto placer. Lucha por resistir y le cuesta. Con una voz muy dulce y triste Alberto le dice:

--tenemos que hablar.

Mateo sabe que no podrá resistir a la tentación si está mucho tiempo a su lado y suplicante le dice:

--aléjate de mi, no me hagas las cosas más difíciles. Piensa en el daño que le haríamos a tu hermano si se entera de lo que hemos hecho.

Alberto lo mira triste, con culpa pero no puede dejar de sentir cosas.

--No tenemos derecho a hacer sufrir --sentencia Mateo- a un chico tan bueno como Fernando.

Con culpa y celos, Alberto suelta al chico y lo mira con vergüenza y tristeza mientras Mateo no pierde un segundo y huye corriendo escaleras abajo. Huye de su propio deseo. Ambos están sintiendo lo mismo. Vergüenza por traicionar a Fernando, deseo porque se atraen mucho y tristeza porque no están juntos.


"no sé lo que me pasa, soy un mar de confusión --escribe el joven en su diario- amo tanto a Fernando como deseo a Alberto,... creo que me voy a volver loco."


A media semana se encuentra con los gemelos que lo están volviendo loco en el instituto, en medio del pasillo. Se siente tan extraño al verlos juntos y Mateo siente tantas cosas. Siente un gran deseo hacia Alberto y se siente sucio por haber manchado una cosa tan bonita como lo era su amor por Fernando.

--ya no soy digno de él,  ya no tengo derecho ni a mirarlo ni a pensar en él -se reclama Mateo- me siento un miserable.

Al  joven le resulta muy extraño ver a esos dos guapos chicos que le vuelven loco juntos. Siente tantas cosas y se las tiene que callar. No puede demostrar ni un sentimiento ni otro. Fernando pasa por su lado ignorándolo y Mateo tiembla. Alberto lo mira de reojo y le lanza una tímida mirada de amor. Mateo suspira, no sabe a quien mirar.


Al día siguiente los guapísimos gemelos a la hora del recreo juegan a fútbol. Mateo no puede dejar de mirarlos. Mira a Alberto y sus movimientos lo excitan. Desea vivir una y mil veces aquella maravillosa noche en la que ambos fueron uno solo. Entonces mira a Fernando y se le hace un nudo en la garganta al recordar los memorables momentos que vivieron y que ya nunca volverán. Le despiertan muchos sentimientos esos dos hermanos pero uno lo odia y el otro le está prohibido. Se siente fatal. No estudia y ha suspendido cuatro pero ni eso le importa. Lo único que le calma es que ya se ha acabado el segundo trimestre y tendrá unos días de vacaciones en los que espera poder aclarar sus ideas.


Feliz porque ya no tiene clases, Mateo va al instituto pero sólo para recoger el boletín de notas. Alberto intenta hablar con Mateo pero Mateo le huye y se va corriendo a su casa. Al medio día llaman a la puerta. Mateo va a abrir tranquilo. No se ve nadie por la mirilla y abre. Y aparece Alberto. Mateo no lo quiere dejar pasar.

--vete --le suplica Mateo intentando cerrarle la puerta en las narices.

--tenemos que hablar --suplica Alberto.

--¡vete que en cualquier momento va a venir alguien y no quiero que te vean¡

--bueno pues sal tú un momento y hablamos.

Mateo se niega, entonces Alberro da un empujón y entra a la fuerza. 

--¡vete¡

Alberto cierra la puerta y se acerca a Mateo. Alberto lo mira con desesperación:

--te necesito, yo no quería que pasara lo que pasó aunque lo deseaba pero ahora ya es demasiado tarde. Los dos sentimos lo mismo. Estamos encadenados por la pasión que se despiertan nuestros cuerpos.

--vete --le suplica Mateo con un hilo de voz.

Alberto lo abraza y lo estrecha contra su pecho. Mateo vibra mientras Alberto lo besa y lo acaricia salvajemente por todo el cuerpo mientras lo va  conduciendo hacia la mesa. Y Mateo aún lucha por resistirse y jadeando de placer le suplica que no siga a pesar que lo desea locamente.Alberto no lo escucha. Se abalanza contra  Mateo mientras le va bajando los pantalones y los calzoncillos y Mateo se rinde.


Después de descargarse, los dos quedan extasiados de placer. Mientras  se abrocha los pantalones Alberto dice con algo de culpa a Mateo que se sube la ropa con vergüenza y no lo mira a los ojos:

--perdón por lo brusco que he sido pero es que es infinito el deseo que siento hacia ti y no me puedo controlar, no me he podido reprimir.... no te quería molestar.

A Mateo le ha gustado tanto como a él pero se muestra ofendido y lo más brusco que puede le dice:

--¡ahora que ya has obtenido lo que buscabas vete y no vuelvas¡

Mateo se arregla la ropa y corriendo toma el preservativo usado para deshacerse de él. Alberto lo sigue hasta el lavabo y lo abraza por la espalda con pasión y Mateo vibra de deseo y se besan con desesperación.

--no te resistas --le pide Alberto- ¿no ves que no puedes? Nuestros cuerpos se encienden cuando están cerca el uno del otro   no lo podemos evitar, es inútil huir. A mi me hubiera gustado poder controlar a mi cuerpo para evitar lo que puede desencadenar en una tragedia pero no puedo. No quiero perder a mi hermano pero ya no se puede parar lo que se ha empezado. Ahora que se han conocido íntimamente nuestros cuerpos no pueden vivir el uno sin el otro. Sé que a ti te pasa lo mismo, lo he sentido.

Mateo lo mira con deseo, culpa. No sabe que hacer. Alberto lo mira con ilusión y desesperación.





No hay comentarios:

Publicar un comentario