lunes, 26 de octubre de 2020

Capítulo 11

 






Mateo busca a Alberto por el instituto. Pasa por su lado. Disimuladamente, sin ni siquiera mirarlo, le pasa una nota en la que lo invita a la playa después de comer. Un poco antes de la hora convenida Alberto ya se encuentra en el lugar fijado. Se lo ve nervioso y asustado y es que está seguro que la cosa tan importante que le tiene que decir el chico es que todo ha acabado para ellos. Siente ganas de llorar. Cuando Mateo llega  no dice nada y Alberto lo mira a la expectativa. Mateo le pone un regalo en las manos y Alberto lo abre sin entender nada. Es una pequeña almohadita en forma de corazón rojo.

--no entiendo--dice Alberto mostrando el regalo.

Muy sonriente Mateo dice:

--simboliza mi corazón y te lo entrego junto a mis ilusiones. Junto a las ilusiones y toda la esperanza de enamorarme de ti, de ser tuyo no sólo en cuerpo sino en alma.

A Mateo la enternece mucho la cara de felicidad de Alberto. Alberto  besa a Mateo con una ternura salvaje. Mateo lo devora.

--hay otro regalo para ti --dice Mateo seductor.

--¿a que viene todo esto? --pregunta Alberto sorprendido.

--hoy hacemos un mes.

Alberto mira confundido a Mateo.

--hace un mes que nos acostamos juntos por primera vez --Mateo.

--lo siento --dice Alberto apenado- yo es que para las fechas...

--yo jamás podría olvidar el día en el que volví a la vida --Mateo con una sonrisa.

--de veras que lo siento. Soy un tonto.

Y obsequia a Mateo una dulce mirada. Dulce mirada que convierte en pícara mirada cuando Mateo lo lleva a un hotel que hay cerca.

--he tomado una habitación para pasar toda la tarde contigo --dice seductor.


.



Suben a la habitación. Hay preparada una botella de champán y dos copas. Se sonríen y Alberto suspira feliz y enamorado. Todo le parece un sueño. Descorcha la botella y llena las copas. Alberto está muy emocionado y no le salen las palabras. Habla atropelladamente.

--soy una bestia... no sé cómo he podido olvidar que día es hoy... te pido perdón.

--olvida eso, disfruta de tu regalo.

--es que por nada del mundo hubiera imaginado que me estabas preparando esto.

Alberto le da una copa.

--¿por qué brindamos? --Alberto.

--por ti, por el chico más maravilloso del mundo --dice Mateo.

Aunque le enorgullecen sus palabras Alberto dice:

--por ti, el amor  de mi vida. Hoy y siempre.

--Por los dos.

Brindan con las copas entrelazadas. Luego Alberto las recoge y se besan. Con el corazón-almohada entre sus manos Alberto dice emocionado:

--no puedo expresar con palabras todo lo que significa para mi que me hayas montado esta sorpresa. Te quiero mucho, nunca había sentido esto por nadie.

La ternura de Alberto endulza el alma de Mateo y le reafirma en su decisión de intentar amarlo. Con suavidad,  Mateo  le acaricia el rostro al guapo Alberto secando unas lágrimas que aparecían en su rostro.

--me has devuelto a la vida --dice Mateo--- y quiero que seas el hombre más feliz del universo.

Pícaro Alberto pregunta:

--¿te has acordado de los condones? Mira que yo no llevo y ya sabes que sin goma.... nada, por mucho que quieras tú.

--de hecho yo no... ya sabes que me gusta más hacerlo a pelo... pero sé que tú eres muy responsable y bueno... Raquel sí ha pensando en eso --dice Mateo entregando la caja a un sonriente chico.

Caen sobre la cama mientras se van desnudando.


Es ya de noche cuando se disponen a dejar el hotel. Mientras se visten Alberto dice:

--primero bajo yo... luego esperas 10 minutos y sales tú ¿vale? 

Como medida de seguridad a Mateo le parece excesiva e innecesaria pero no dice nada. Le obedece y al salir se lo encuentra a Alberto en la puerta cansado por haber corrido y con un ramo de claveles en la mano. Se disculpa nuevamente por el descuido:

--pero este fin de semana te lo compenso. Lo prometo --dice Alberto  muy dulce mientras le entrega las flores.

Mateo toma las flores ilusionado y lo besa agradecido.

--¿vamos juntos a casa?

Alberto se pone nervioso, Mateo se da cuenta que lo ha puesto en un compromiso y para que no se siente mal dice:

--no perdón... quedé en pasar por casa de Raquel.

Alberto se queda más tranquilo y es que no quiere que Fernando los vea juntos. Se besan nuevamente, se sonríen y cada uno va por su lado.


A pesar de la buena disposición de Mateo, a Mateo le parte el alma ver a Fernando y a Víctor besándose a cada rato. Quiere pensar en Alberto pero no se puede sacar de la mente a Fernando.


"siento rabia contra mi mismo --confiesa en su diario- Tengo a mis pies a un chico increíblemente guapo, dulce, atento, que se desvive por mi. Además es un amante genial y que encima me quiere. Pero no, yo me empeño en amar a otro que no me corresponde, que no creyó en mi, que me mira con desprecio y que hace todo lo posible por hacerme sufrir".


En el descampado de costumbre Alberto y Mateo desahogan su pasión. Luego se quedan el uno en brazos del otro para esperar que Alberto se vuelve a recargar



.

 


Al llegar a casa después de una buena sesión de sexo con Alberto, Mateo se queda de piedra viendo ahí plantado en el portal a Fernando con una rosa. 

--tu madre me ha dicho que llegabas a esta hora. Perdóname por no creer en ti. Te eché de menos--dice con una voz mezcla de dolor y alegría 

Mateo se queda pálido por la sorpresa y la emoción y no sabe qué decir. Mateo lo mira deslumbrado. Con un hilo de voz, Fernando le  dice:

--he sido un imbécil por no creer en ti. Sé que eres una persona de principios y que nunca me traicionarías pero me dejé cegar por los celos y preferí creer a mis ojos en vez de a mi corazón. Me arrepiento de todo el daño que te he hecho. Sé que no soy digno de tu amor pero sé que sólo seré feliz contigo y no estoy dispuesto a perderte. Si es necesario hasta estoy dispuesto a arrodillarme ante ti para que me perdones.

Mateo lo escucha con el rostro desencajado por la sorpresa. La felicidad le ha enmudecido y es incapaz de articular una sola palabra. En vista del silencio de Mateo, Fernando se dispone a arrodillarse y es entonces cuando Mateo reacciona. Se lanza en sus brazos llorando por la emoción. Sólo le dice, entre sollozos, dos palabras.

--te amo.

Fernando sonríe y lo besa. Un gran beso de amor que sella su reconciliación. Después la pareja se mira feliz.

--el temporal ha pasado y ahora seremos felices para siempre -dice Fernando.

--pellízcame para convencerme que no estoy soñando.

Fernando lo besa. Ríen, lloran. Intentan hablar a la vez y se atropellan con sus palabras el uno al otro. Están locos de contentos y no saben qué hacer.

--¿vamos a dar una vuelta? --Fernando.

Salen a pasear por el barrio abrazados y entusiasmados. 

--estoy tan arrepentido.

--ya no pienses en eso.

--quiero hacerlo. Tu dolor, tu comportamiento intachable a pesar de todo lo que te he hecho me han hecho dudar.

Mateo se  había olvidado de su pecado por un momento. Su rostro se llena de angustia.

--¿qué te pasa mi amor? --pregunta Fernando con dulzura.

Mateo no sabe qué hacer con toda la carga que lleva, no sabe cómo ocultarle que ha sido el amante de su gemelo.




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